Dios te acompaña

En Tulúa voy a una estación de servicio con gomería en la que realizan alineación y balanceo. Después de quince mil kilómetros llegó el momento de darle un gustito al R6. Los chicos que trabajan en la gomería se entusiasman con mi viaje:

–¿Y viaja solo usted? –me pregunta Adrián.
–Los locos viajamos solos –le respondo.

Alfredo, un empleado simpático de 45 años escucha mi respuesta dice:

–Usted no viaja solo, Dios lo acompaña.

Es verdad no me siento solo. Alguien me va protegiendo en mi camino. Me siento muy cerca de mi familia, de mis amigos y todos los días cuando me bajo del auto en la ciudad que llego conozco a alguien.
Los chicos de la gomería trabajan hasta dejar a la nave bien parada. La chica que se encarga de los papeles ha pasado un rato charlando conmigo. Me hace la boleta y en ella me escribe una nota:

–Para una de aquellas personas que visitan un país que siempre tendrá las puertas abiertas. Para ti y para todos aquellos que quieran conocer Colombia. Te deseo un feliz viaje.