Soy Argentino, soy como el che

En el puente internacional espero una hora detrás de una larga fila de autos. Sello la salida de Ecuador. Las manos dejan la transpiración en el volante. Cruzo el puente. El corazón late fuerte. Me bajo de la nave y camino hacia el edificio de migraciones. Paso al costado de un auto y miro hacia adentro. El conductor le está pasando una pistola a su compañero. Sigo caminando a paso rápido. Hago la cola para sellar el pasaporte. Me pongo a charlar con una señora colombiana en la fila preguntándole como esta su país. Me dice que circule tranquilo por la ruta, que no hay problema.
Pasan tres horas y salgo para Ipiales, el pueblo colombiano cercano a la frontera. Obtengo el seguro obligatorio del vehículo. Una gran alegría me invade al ver pasar muchos autos conocidos en Argentina, un Renault 12, varios R4 y hasta un R6 colorado. La nave también se alegra y toca bocina, hace mucho que no veía un hermano.
De Ipiales sigo rumbo a Pasto. El paisaje es muy lindo con las montañas verdes y cultivadas. Muchos autos me pasan en la ruta tocando bocina, me saludan, yo les respondo con el mismo gesto. Una camioneta blanca cargada con juguetes y triciclos atados arriba de la cúpula me saluda efusivamente levantando el dedo gordo. De noche, entrando a Pasto, veo una persona al costado del camino que me hace señas con el sombrero. Reconozco la camioneta y estaciono al costado.

–¿Como va? Soy Luis Angel. Vi la frase que tienes en la parte de atrás del auto, Soy Argentino, Soy como el Che. yo soy hincha a muerte del comandante. ¿Te vas a quedar en Pasto? Tengo un amigo que trabaja en una radio. ¿Quizás te pueda hacer una entrevista. Si quieres puedes venir a mi casa.
–Como no, te sigo nomás.

Llegamos a la casa y me presenta a su mujer con los tres hijos, el más chico se llama Ernesto. Bajamos la mercadería que trae en la camioneta. Toda la familia ayuda en esta tarea. Entro el auto al garage y me invitan un arroz con agua de panela. Luis me muestra todas las fotos del Che. Me cuenta su viaje a Cuba hace dos años.
Me levanto a la mañana y desayunando me comentan que la FARC (Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia) dio una noticia muy importante; once diputados secuestrados hace cinco años murieron en medio de un fuego cruzado con militares no identificados. La noticia causa gran estupor. Toda la gente y los noticieros no dejan de hablar de esto. Cerca del medio día el presidente en su discurso dice que la FARC es la responsables de la muerte afirmando la inexistencia de operativos militares para rescatar a las víctimas. En la televisión aparecen los familiares llorando con videos viejos reclamando un pacto humanitario.

–Esta noticia dura pocos días y luego la tapan con otra noticia más fuerte. No se aclara nunca –me dice Luis Angel– seguro que fue una movida del gobierno. Además ¿para que los van a tener secuestrados cinco años y ahora matarlos? Fíjate lo que es la realidad en este país. Si bien uno puede andar tranquilamente por la calle en el fondo tenemos una gran guerra civil.

Sigo mirando la televisión en la que aparece un video grabado por los guerrilleros mostrando un entrenamiento para hacerse pasar por militares, poder ingresar en el palacio legislativo de Cali y secuestrar a los diputados. Esta noticia me pone los pelos de punta. Para ir a Cartagena tengo que atravesar todo el país y pasar por la Región del Cauca, zona en donde sucedió el acontecimiento de los diputados.

–Vos anda tranquilo en la ruta. Si te frenan comenta lo que estás haciendo. No hables de política ni de nada parecido –me dice Amparo, la mujer de Luis.

El día termina con la noticia que Argentina le ganó a EEUU 4 a 1 en la Copa América.
–Qué bien Argentina. Que pierdan estos gringos y aguante el Che –dice Luis antes de subir a su habitación.