Ruta caliente

De Cartago tomo la panamericana rumbo a Medellín, una de las vías históricas mas calientes en cuanto a presencia de guerrilla, sicarios, narcotraficantes y paramilitares. Entre Cali y Medellín hay 500 kilómetros. Al sur está el Cartel de Cali que sigue funcionando hoy en día. Al norte el Cartel de Pablo Escobar se debilitó mucho luego de su muerte en 1993. Los retenes militares son moneda corriente. Se ven uniformados en cada puente, en cada túnel. Al cruzarlos mi corazón late fuerte.



Manejo hacia el norte. El tránsito en la ruta no me incomoda, me da seguridad. La velocidad de avance (como siempre) no supera los 60 km/h en promedio. Los largos camiones se detienen en las pequeñas curvas y hacen maniobras para que las ruedas traseras no se caigan en el precipicio. A Medellín entro por el sur, recorro toda la autopista y doblo en una entrada cruzando un puente por la calle 57, la casa de Lilia se encuentra en la 56. Bajo, llamo por teléfono y la hermana Maria Elena me dice que solo estoy a tres cuadras. Doy la vuelta en el auto y me espera en la puerta.

–¿Como estás Ezequiel? Hace días que te esperamos. Nos tenías preocupadas, pensábamos que te podía haber pasado algo en la ruta.

Lilia es una monja amiga de Lupi mi hermana. Estuvo muchos años en Argentina. Sus hermanas viven en la casa que era de sus padres. Me reciben con los brazos abiertos y María Elena (muy activa) enseguida me saca a caminar.

–En la época de Pablo Escobar no podías caminar por la calle y menos transitar por la ruta que viniste.

Desde que llegué a Colombia me acostumbre a mirar televisión. Las noticias de asesinatos de alcaldes, balaceras cerca de las montañas o en pueblitos cerca de la selva siguen siendo moneda corriente. La guerrilla esta presente.