"Planta un árbol y cuida de él mientras crece"


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2 de octubre de 2008

Coctel Gavi

Estoy en el parqueadero almorzando con Hernán y llega una persona que no la había visto nunca. Es moreno, alto, flaco, pero corto y con una sonrisa de oreja a oreja. Se pone a ordenar su bici-carro con la que vende cócteles de camarones. La parte delantera representa la proa de un barco. Es parecido a un bar ambulante. Tiene una pequeña mesada sobre la que prepara los cócteles. Hay frascos con salsa de tomate, sal muera, vinos añejados, chimichurri, ajo, cebolla y limón. Sobre la mesada tiene una puerta corrediza que guarda pulpo, camarones y caracoles en tarritos refrigerados con hielo en barra. Los preparados valen tres, cinco, ocho o diez mil pesos colombianos según el tamaño. Todo el carro está pintado de colorado con letras fluorescentes que dicen “Ceviches y cócteles Gavi”.

―¿Hace cuanto trabajas en esto? ―le pregunto.
―Hace 25 años
―¿Estás contento?.
―Si, muy contento ―me responde―. Este carrito me ha dado mucho en mi vida. Sirviendo cócteles conocí a mi mujer y he podido mantener a mi familia. Haciendo las cosas bien me deja para vivir y algo mas. Ahora me compré una moto. En la guía turística del año pasado aparece mi nombre ―agrega.

―¿Dónde vendes los cócteles? ―le pregunto.
―En la calle. Siempre me pongo afuera de las bóvedas, donde hay muchos locales que venden artesanías. Ahí llegan colectivos con turistas y me compran. También tengo mi rutina. Todos los días hago un recorrido similar, hay muchos clientes fijos y otros depende el día.

¡Copado! Se lo ve feliz por hacer lo que le gusta...

―¿Querés un cóctel? ―me pregunta.
―¿Ahora? ―mmm... ¿de camarones?―. ¿Te parece?

Agarra un vasito y pone camarones, cebolla, salsa de tomate, ajo, una pizca de limón y un líquido casero que no me quiere contar como lo hizo. Agarra dos galletitas y una servilleta. Me lo entrega y lo pruebo tímidamente:

―¡Riquísimo!.
―Es afrodisíaco ―me dice― Después de esto vas a tener que buscar una morena por que sino vas a caminar en tres patas.

Pasa un rato y el Gavi se sube al carrito, pedalea y sale a vender. Lo miro mientras se aleja con su gran empresa.

1 comentario:

adedoporelmundo dijo...

Che locura y como te fue con lo del diario?? pudiste al final publicarlo??
mucha suerte, y espero podamos cruzarnos en el camino
Saludos
Javier