"Planta un árbol y cuida de él mientras crece"


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3 de julio de 2010

Mi posgrado - Un retrato - Bolivia II

En el altiplano de Bolivia la agricultura se desarrolla en muchos campos que se ubican en cerros con crestas redondas. En los valles, donde generalmente se cultiva el maíz, se utilizan antiguos métodos de riego por gravedad. Las parcelas familiares son de 1 a 5 has. Mas de la mitad de la población que habita el altiplano, incluyendo personas que viven en ciudades, posee su campo. Toda la familia trabaja la tierra, desde el padre, la madre hasta los hijos desde que aprenden a caminar. Es una situación normal transitar los caminos y observar en los campos personas de cualquier edad parados en las parcelas con el azadón que sube por encima de las espaldas y baja para clavarse en la tierra. La figura de las mamitas con sus trenzas largas, polleras y manos empolvada es una imagen típica de la zona. Estar en armonía con la naturaleza, escuchando el silencio, trabajando la tierra es una forma de vida del indígena campesino altiplánico boliviano.

Todas las tareas y procesos relacionados con la estructura, protección y recolección de cultivos se realizan a mano. El movimiento de tierra en contadas ocasiones se realiza con viejos tractores que tiran un arado con tres rejas o cinco discos. Los lotes inclinados indefectiblemente se mueven con pala, azada y rastrillo hasta afinar y preparar la cama de siembra. La semilla de cebada o trigo se dispersa al voleo. Para la siembra de papa se realizan surcos, se distribuyen los tubérculos y se tapan con rastrillos. Los métodos son sencillos pero demandan brazos y piernas fuertes. Los Collas tienen un cuerpo adaptado a ese ambiente en el que siempre falta oxígeno. Esa adaptación ocurrida a lo largo de cientos o miles de años se materializa en su torrente sanguíneo, tienen al menos dos litros más de sangre que cualquier otra persona de otro ambiente. Su corazón bombea sangre y sus pulmones son verdaderos órganos de oxigenación. Todos sus sentidos están ampliamente desarrollados. Las mamitas pueden observar un punto en el horizonte, el color de los zapatos que lleva puesto, su sombrero y su cara. Cada sonido lejano lo decodifican como si tuvieran el mejor de los audífonos. Sus oídos permanecen abiertos.

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