"Planta un árbol y cuida de él mientras crece"


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30 de octubre de 2010

Al regreso

Cuando volví a Buenos Aires continué mi viaje. Si bien me quedé en la ciudad me siguieron pasando las mismas cosas que cuando visitaba diferentes países. Continué transitando nuevas experiencias. Creo que tiene que ver con aquello que había abierto adentro mío cuando me decidí a cambiar… “quiero vivir y aprender de la vida”.

Durante un tiempo viví en un departamento que mis padres tienen en Capital. Al tiempo de esta instalado me dijeron mas o menos así:

– Bueno, el viaje y esta jodita que hiciste ya llegó a su fin, ahora ¡a trabajar de Ingeniero!

Digamos que querían que vuelva al lugar de antes cuando para mi ya todo era diferente. Varias cosas se estaban moviendo en otro sentido. Mi dinámica laboral no era la lógica estructural de la sociedad: “siempre hay que trabajar de lo que uno estudió”. Creo que a toda persona que haya viajado por el mundo por más de seis meses le sucede algo similar. Reacomodarse repentinamente a lo viejo es difícil. A veces imposible. Todo tiene su tiempo, su proceso, su dinámica particular. Ya no es el sistema el que guía tus decisiones sino que sos vos mismo el responsable de resolver tus problemas. Ahí entra lo particular. Ahí entra la forma en que buscas salir del lugar donde estás.

Luego de un tiempo en el departamento y en Buenos Aires hubo una realidad, se me terminó la plata. Así empecé a buscar trabajo. Ahí me encontré de frente con mi nueva afirmación… es difícil conseguir trabajo. Mas cuando estás apurado. Fue tan difícil que no conseguí nada. Quizás hubo un problema o tenía techo o no necesitaba o el sector agropecuario estaba en crisis o etc, etc, etc. La realidad es que no conseguía sostenerme solo.

En ese contexto a mi padre se le ocurrió darme una mano, ponerme un límite: “te vas a tener que ir del departamento”, me dijo. Lo vamos a alquilar. En resumen, no tenía plata ni trabajo y estaba de patitas en la calle. Lindo panorama. Fue ahí (luego de un par de meses que gente amiga me diera una mano) que comencé con una nueva forma de subsistencia: la “sucesión de changas”

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