"Planta un árbol y cuida de él mientras crece"


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1 de diciembre de 2010

En un geriátrico

Después de Like la empresa me ofreció cuidar una viejita en un geriátrico. Me dijeron por teléfono que Angélica había sido actriz, que tenía 92 años, que el alzehimer no era avanzado y me pasaon la dirección. Acepté.

Jamás había entrado a un geriátrico. El contacto mas cercano que había tenido fue cuando por mi pueblo pasaba en auto por la calle y en la vereda veía todos los viejitos sentados mirando o conversando.

El primer día que llegué a la residencia Santa Sofía todas las viejitas tomaban la merienda. Eran las 16:30 en punto. Entré a la sala llena de mesas donde abundaban las viejitas con cabellos blancos. Me presentaron a mi nueva paciente. Ahí Angélica me vio por primera vez. Abrió los ojos tan grandes que los párpados le tocaron la nuca. Se sorprendió que la fuera a cuidar un hombre, cosa que sucedía muy pocas (o casi nunca) en ese lugar.

     Me senté con las viejitas en la mesa, miré alrededor y sentí como si estuviera participando de la filmación de una película. Frente a mí María se quejaba de la artrosis. Al fondo otra viejita gritaba “chiiiicas, chiiicas”. Al costado, la mas coqueta de las abuelas, que llevaba lentes oscuros y pañuelo de seda, me saluda levantando la mano. Las enfermeras me miran con cara de merienda y una de ellas me pidió si no la quería cuidar a ella. Era el único hombre en todo el geriátrico. Lástima que las mas jovencita me llevaba 50 años y necesitaba un andador para poder sostenerse.


Continuará... (en próxima entrada)

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