En Salinas me desvío a la derecha guiado por un cartel. Voy por un camino de adoquines cada vez mas angosto. No puedo superar los 15 km/h. En Chachimbiro hay un complejo de aguas termales. Me doy un prolongado baño en las piletas. Me meto al sauna. Poco a poco toda la suciedad y la transpiración van destapando los poros de mi piel. Renovado regreso a Salinas con el atardecer reflejando el sol en las montañas. Estaciono fuera de una despensa y le pregunto a la señora si no tiene problema en que duerma en el auto:
–Como no mi hijo. ¿Lo quiere estacionar dentro del garaje? ¿Quiere comer algo? Tengo cerdo cocinado al horno de barro.
Me siento en una mesa y me trae un plato con arroz, papas y cerdo muy rico. La señora con su marido me cuentan lo mucho que extrañan su hijo, hace cinco años se fue a vivir a España en busca de trabajo.
Miramos la novela nocturna y cuando le voy a pagar me dice que es un regalo. Es lo mismo que comieron ellos. A la mañana siguiente me invitan un desayuno y me dicen:
–Disculpe la mala atención. Espero que le quede un buen recuerdo de Salinas.
–La atención fue muy buena y me voy muy contento –le respondo.
Ahora si. Salgo rumbo a la frontera colombiana. Tengo la incertidumbre que me trasmite toda la gente. Colombia es un país muy violento y esta frontera es la mas peligrosa. Solo hay una forma de averiguarlo. Hay que encarar y ver que pasa.
29 de julio de 2008
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