Doy vueltas en la cama. Se hace de día. No tengo ganas de levantarme. ¿Qué hago?... ¡Ya esta! ¡Voy a encarar día a día! Hoy me voy a olvidar del barco, de toda la mala onda, de las cosas que me faltan. Voy a salir y vender todos los diarios que pueda. ¡Hoy puede ser un gran día! ¡Hoy necesito tener un gran día!.
Me baño, me afeito, me pongo las bermudas, desodorante, desayuno y salgo a la calle convencido... ¡Hoy voy a buscar un gran día! Tengo muchas cosas positivas. Estoy viajando, aprendiendo, tengo una casa donde quedarme, muchos amigos.
Salgo en el auto y paso por un diario. Les quiero proponer que publiquen una foto del Diario de Renoleta. Como en muchos lados de Cartagena me dejan esperando, usan mi tiempo. Pasa media hora y me voy con un nuevo lema: “tolerancia quince minutos”.
Transito la avenida principal de Bocagrande. Paso la primer cuadra y estaciono. Camino hasta la esquina y empiezo a entrar negocio por negocio. Ya estoy vendiendo, me desahogo.
En poco tiempo entro en muchos negocios. Interacciono con muchos mundos diferentes: la señora maquillada de pies a cabeza que vende chocolates, el que me ofrece un negocio para montar en argentina, una mamasa buena onda, la vendedora de joyas que me compra un diario para ella y otro para su amiga, el pastor evangélico, el turco con un hijo de tres meses en brazos.
Entro en un negocio con un pasillo largo y al fondo esta la chica que atiende; me mira y se ríe:
―¿Por qué te reís? ―le pregunto.
―Por como camina ―me responde.
―¿Como?
―Muy seguro de si mismo.
Paso el día vendiendo, charlando, caminando... conectado. De noche regreso al parqueadero y contabilizo las ganancias: fue el mejor día de ingreso económico desde que vendo el diario
24 de octubre de 2008
Hoy puede ser un gran día
Etiquetas:
Colombia
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